Una maestra de educación especial es, ante todo, una constructora de puentes y una defensora de la esperanza.

Esta es la mejor definición para María González del Valle Fernández-Queipo, nacida en Oviedo, Asturias, el 24 de septiembre de 1999. A sus 25 años, ha convertido su profesión en una misión de vida: dar voz a quienes a menudo no la tienen y demostrar que la inclusión es el único camino hacia una sociedad más justa.

La vocación de María no fue una elección tardía, sino un impulso que la acompaña desde muy joven, ya que desde pequeña sintió una sensibilidad especial hacia las personas «diferentes». Este sentimiento innato tomó forma y se convirtió en un propósito claro a los 14 años, cuando decidió ser voluntaria en un centro para personas con parálisis cerebral. Esa experiencia marcó un antes y un después, confirmándole que su futuro estaba inexorablemente ligado a la educación especial.

Al finalizar sus estudios universitarios, María tomó una decisión valiente: viajar a Perú como cooperante durante cinco meses, una experiencia que la sumergió en una realidad que jamás antes había conocido. Allí fue testigo directo de la necesidad, el hambre, la violencia y la discriminación, pero entre toda esa dureza, descubrió el motor más potente del ser humano: la esperanza.

Fue en una de esas noches en Perú, sin poder dormir, cuando las emociones y las historias que la rodeaban se materializaron en palabras. De esa catarsis nació «William y las gafas de color rosa», un cuento infantil creado para mostrar al mundo que las personas con capacidades diversas son una parte esencial y valiosa de nuestra sociedad. Como un homenaje a quienes la inspiraron, los personajes del libro llevan los nombres reales de los niños con los que trabajaba.

María es una firme defensora de que la inclusión hay que inculcarla desde pequeñitos y no hay mejor vehículo para hacerlo que la literatura infantil. Apasionada por los cuentos y las fábulas que transmiten un mensaje profundo, cree que las historias tienen el poder de hacernos soñar y adentrarnos en un mundo de fantasía para fomentar la imaginación. Su filosofía es clara: el mundo cambia a través de la educación y, por lo tanto, de la literatura.

Este enfoque se inspira en el trabajo de autoras a las que admira profundamente, como Anna Llenas y Miriam Tirado, dos referentes que la inspiraron a inclinarse por esta literatura con propósito.

En definitiva, la trayectoria de María demuestra cómo una vocación puede transformarse en un movimiento. Cada día, ya sea en el aula o a través de sus escritos, trabaja para derribar barreras y construir un futuro donde la diversidad no sea tolerada, sino celebrada. Su labor como maestra y escritora es una invitación a ponernos unas «gafas de color rosa» para ver el increíble potencial que reside en cada persona.